La rápida evolución tecnológica puede favorecer a la educación no solo en lo referente a los contenidos sino que también la sensibilidad, la creatividad, la formación de nuevos valores. Además desarrolla la creatividad, la apertura de pensamiento. Lo que conjuntamente desarrolla la autonomía del individuo.
Pero para que estas nuevas tecnologías puedan ser puestas en práctica en los ambientes escolares es necesario el uso de nuevas metodologías, inspiradas en otro paradigma, que vaya en dirección constructivista. Este nuevo paradigma debe estar enfocado a entregar a las nuevas generaciones las herramientas necesarias para poder enfrentar los nuevos desafíos que se presentan en la actualidad. Es por esto que las nuevas metodologías planteadas deben tomar en cuenta que el aprender es un proceso de construcción individual, que puede ser logrado en conjunto pero que cada individuo tiene capacidades y necesidades distintas a la del resto del mundo.
Todo lo anterior es una búsqueda del pensamiento crítico y reflexivo. Además nace el concepto de pensamiento ecológico, en el que se dice que todo lo que existe coexiste, es decir, volvemos al tema hablado en el texto de Savater. También tenemos el pensamiento eco-sistémico el cual concibe la educación como un sistema abierto y que está fundamentado el paradigma eco-sistémico. Todos estos tipos de pensamientos son las bases de un anhelado nuevo currículo, que privilegie el aprendizaje significativo, las diferencias individuales, en conocimiento en red, el intercambio de saberes y la creación colectiva. Pero todo esto no puede ser llevado a cabo sin un nuevo profesor, un profesor abierto al dialogo, que sea un orientador, un articulador y un puente entre texto, contexto y productor.
Se busca que las nuevas tecnologías no sean el medio para camuflar viejas teorías en las cuales el estudiante es un mero espectador, un receptor y un eterno copiador.